El “Halloween” no es sino la palabra resumen de una expresión anglosajona para decir “All hallow eve”, es decir, “vigilia o víspera de la fiesta de todos los santos”. Y se trataba de la fiesta que la Iglesia celebraba para honrar a todos los cristianos vivos y difuntos. Era la celebración cristiana de la “comunión de los santos”, que confesamos en el Credo.
La celebración cristiana de la común unión y solidaridad absoluta que existe entre todos los miembros de la Iglesia, cuerpo de Cristo. Lo que la Iglesia conocía desde la Edad Media, como la Iglesia “militante” (los cristianos vivos), la Iglesia “purgante” (los fieles ya difuntos) y la Iglesia “triunfante” (los cristianos que ya poseen a Dios plenamente y para siempre.
Así, el Halloween, la fiesta de todos los santos y el día de todos los fieles difuntos (tres días seguidos), no son sino el desdoblamiento medieval de una sola idea teológica en tres celebraciones distintas. Esa es la verdad, toda la verdad, sólo la verdad.
Nada, pues, de Satanismos, ni druidismos (de los druidas, por cierto, sabemos poquísimo, porque su religión era absolutamente secreta) o santería de ninguna clase. Dejémosle a los satanistas hacerle propaganda a Satanás, nosotros de quien debemos hablar es de Cristo. Además, todas las fiestas litúrgicas cristianas fueron originariamente fiestas paganas o judías, simplemente en Cristo adquirieron, para los cristianos, un nuevo sentido, un sentido cristiano.
Alejandro von Rechnitz. sj